La goleada del Barcelona (4-0) deja muchas más notas positivas que negativas
Las bajas del FC Barcelona y el llamado “virus FIFA”, unidos al gran estado de forma y confianza del Granada CF, hacía soñar a los aficionados granadinistas con una hazaña en el Camp Nou. Sin embargo esta ilusión se desvanecía al ver el once alineado por el Tata Martino. De la defensa en adelante: Sergio Busquets, Cesc Fábregas, Andrés Iniesta, Alexis Sánchez, Neymar y Pedro.
Por su parte, Alcaraz repetía el esquema habitual con la novedad de Piti, ya totalmente recuperado, por Buonanotte. Los primeros minutos de juego estuvieron protagonizados por una ofensiva total blaugrana a través del buen trato de balón. Así, sólo la no aplicación de la ley de la ventaja por Mateu Lahoz impedía el gol de Iniesta en el minuto 3. El miedo en el cuerpo. Pero pasados esos minutos de temor, el Granada comenzó a creérselo. Si bien el Granada ya había cuajado dos buenos encuentros en el Camp Nou en las últimas dos temporadas, en esta ocasión el equipo quiso el balón. Y supo tenerlo. Fran Rico y Recio jugaron muy abiertos y esto facilitaba las triangulaciones de los mismos con Iturra en el centro y con los interiores y los laterales en la banda. Arriba, El Arabi y Piti amenazaban a Pinto –larguero del “20” incluido-.
Con el Barcelona más controlado de lo que había estado en el inicio, llegaría la bien definida por el periodista del diario AS Iñako Díaz-Guerra “querencia al penalti” de la defensa granadinista. Foulquier, primeramente, y Fran Rico más tarde, provocarían sendos lanzamientos transformados por Iniesta y Cesc. El penalti de Fran Rico se producía precisamente por un riesgo aceptado por Lucas Alcaraz: las posiciones abiertas de los interiores provocaban el espacio entre líneas que era aprovechado por Neymar, Cesc e Iniesta.
Así se llegaría al descanso. Dos goles abajo, e Iturra con tarjeta amarilla y ya bordeando la roja. Pero Lucas Alcaraz no lo sentó, y lo terminó pagando. Se presupone que Alcaraz conoce del carácter y el ímpetu del chileno, y sólo una promesa de rectitud del jugador puede justificar su continuidad en el terreno de juego. El Granada no se rindió y con las mismas ideas de salir con el balón jugado de forma casi kamikaze, logró asustar a Pinto en especial con un lanzamiento de Piti que debió desviar el portero de circunstancias del FC Barcelona.
Con las buenas intenciones murió el Granada. Una internada de Nyom que se cegó con su propia inutilidad técnica dejó vendida a la defensa ante Alexis para el tercero y posteriormente Pedro haría el cuarto. Mucho castigo para un equipo que demostró ser competente y sobre todo, tener identidad. Y esto es lo más importante.
El granadinista debe irse contento a casa sabiendo que su equipo por primera vez posiblemente desde que está en Primera tiene muy claro a lo que quiere jugar: al balón y al ataque a través de combinaciones de sus jugadores. Parece que el viento está a favor del Granada, y el próximo fin de semana tiene una ocasión inmejorable de demostrar su buen estado anímico frente a un gran rival, el Sevilla. Eso sí, sin Iturra.