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Un gran planteamiento de Alcaraz roza los puntos en Mestalla

No faltó nada. El Granada CF realizó un gran partido en el hogar del Valencia de Pizzi pero pasados los noventa minutos de encuentro, Vezo logró la remontada tras el gol inicial de Piti. Alcaraz sacó un gran rendimiento a su sistema –transitando del 4-3-3 en ataque al 4-5-1 en defensa- y por momentos sacó de quicio a unos locales que veían como el partido se les iba.

Parecía que el Granada podría apostar por tener el balón en Mestalla y no fue así. Los rojiblancos –también de pantalón- pasaron la mayor parte del partido defendiendo a un rival a priori superior, sin ceder no obstante tantos metros como para estar acorralado. Cómodo con las grandes ayudas de Piti y Brahimi a Nyom y Angulo y con Recio y Rico mordiendo cuando era necesario junto a El Arabi, los primeros minutos sucedieron sin sobresaltos y con la amenaza de salir al contragolpe.

Antes del cuarto de hora llegaba la primera jugada polémica de las dos que hubo en el partido. Un centro desde la izquierda conectaba con el brazo extendido de Angulo impidiendo que Barragán llegara al esférico. González González no lo vio. Poco minutos después, y precedido de un chut de El Arabi, Piti habilitaba magníficamente a Recio en su llegada pero sería Barragán quien impediría un gol cantado. En el minuto 20’, Fran Rico diría “basta” y en su lugar entró un Fatau que se mostró muy activo. Coeff, también inhabitual en el centro de la zaga, acabó realizando un gran partido salvo algún despiste a la hora de sacar el balón.

El Granada, replegado atrás y manteniendo la posición de unos jugadores perfectamente colocados, era capaz de superar las líneas de un Valencia menos armado en el centro del campo para permitirse llegar con cuatro jugadores al área. No quedaba ahí la cosa y el paso adelante era claro. El Valencia lo intentaba con centros laterales que no llevaban demasiado peligro ante un poderoso Roberto. Tras una clara ocasión de Feghouli, Fatau y Brahimi tuvieron dos buenas oportunidades para sorprender a Diego Alves.

La segunda parte no podía iniciar mejor: un balón sin peligro en el área ché quedaba muerto tras un intento de Javi Fuego por ceder el cuero con el pecho a Alves. Ahí aparecía Piti, para conectar rápidamente con su derecha y dejar sin reacción al ágil portero brasileño. Entraba Paco Alcácer al campo pero el Granada no dejaba de sentirse cómodo, pudiendo aunar más jugadores tras el balón tras haber logrado el gol.

No obstante, el gran desgaste de los jugadores de ataque –en especial Piti y Brahimi, recorriendo muchos metros- hacía mella y Bernat y Fede por la izquierda y Barragán y Feghouli por la derecha comenzaban a encontrar situaciones de dos contra uno ante el lateral granadinista. Arriba, Jonas aportaba más mordiente que un apagado Vargas y Alcácer significaba tener a un especialista en la punta del ataque. A falta de media hora avisaba el delantero brasileño y terminaría siendo el canterano el encargado de rubricar esa superioridad física valencianista. Un centro de Feghouli daba por centímetros con Alcácer, que se imponía a Murillo. Su desvío, preciso para batir a Roberto. Su situación, en fuera de juego. El linier no lo vio y compensó así el error de la primera parte.

Aunque el Granada no abandonaba estirarse, los valencianistas lograban acorralar a los rojiblancos. Roberto salvó primero a Alcácer en el 81’ pero cuando más cerca estaba el punto de la Alhambra, llegó el castigo a un impecable encuentro de los de Alcaraz. Roberto no llegaba al balón por centímetros y segundos de anticipación. Una falta lateral facilitaba que Vezo conectara el remate al superar al hasta entonces insuperable Coeff para batir a Roberto, al Granada, y a todos los aficionados granadinistas pendientes del encuentro.

Un gol que no hacía justicia al gran esfuerzo del equipo. El Valencia no mereció empatar, pero tampoco el Granada perder. Un trabajo de noventa y tres minutos que no vale a Lucas Alcaraz para alejarse del descenso en números, pero sí en confianza. Una derrota que prueba sin embargo que el sistema aún puede dar frutos.