El conjunto de Ernesto Valverde no reniega del sello de Bielsa
Pocos hubieran pensado que el Athletic de Bilbao post-Bielsa cosecharía buenos resultados de forma temprana. La dirección del técnico argentino revolucionó el Athletic por completo y no pudo tener más éxito. El equipo alcanzó las finales de Europa League y Copa del Rey, pero el cansancio acumulado le pasó factura y terminó encajando sendos 3 a 0. No obstante, la confianza seguía intacta. Algo que se derrumbaría en la siguiente temporada.
El Athletic no era el mismo con jugadores en baja forma –Muniain o Ander Herrera- y otros con la cabeza fuera del club –Llorente o Amorebieta-. Bielsa tuvo encontronazos con prensa y gente del club y su salida se produciría por la puerta de atrás. Así llegaría a la entidad Ernesto Valverde, un viejo conocido que ya sabe lo que es dirigir en San Mamés. Valverde ha pasado a la historia como el primer entrenador del Athletic en su nuevo hogar: el Nuevo San Mamés. Y ahí ha encontrado el equipo su fuerza.
Las dudas iniciales se disiparon poco a poco. Valverde mantenía la esencia del mejor Athletic de Bielsa: la velocidad en las transiciones, el continuo ida y vuelta. Con un Iraizoz siempre cuestionado en portería, el Athletic ha encontrado en la pareja Gurpegui-Laporte su zaga ideal. Una mezcla del viejo Athletic con el nuevo que ha cuajado a la perfección. No obstante, el central francés está aquejado de problemas físicos y su puesto podría ocuparlo Mikel San José, siempre poderoso en el juego aéreo y con olfato de gol, aunque lento a la espalda, el principal punto débil de esta pareja sin la velocidad de Laporte y teniendo en cuenta la apuesta del Athletic de jugar en campo rival.
En los laterales se han hecho fuertes Iraola y Balenziaga, aunque también el polivalente De Marcos ha ocupado ambas demarcaciones en algún partido. Para esta posición, Valverde exige la constante colaboración con el centro del campo para crear una red de líneas de pase que facilite la llegada a portería rival, aunque también son un gran recurso a la hora de colgar balones al área. En el centro del campo, Mikel Rico aporta la escoba y la llegada e Iturraspe, el orden táctico. “El Sergio Busquets del Athletic”, ha sido bautizado.
Por delante, Ander Herrera cumple poco a poco con lo que Valverde le pide: gol. La calidad de Herrera nunca se ha puesto en duda. Tampoco su compromiso. Sin embargo, sí le ha faltado constancia y más veneno de cara a puerta, algo que está consiguiendo en este año. Para apoyarle están Muniain y Susaeta, dos futbolistas también irregulares que el año pasado no tuvieron su mejor temporada, especialmente el primero, llamado a liderar este Athletic. Del desequilibrio y creatividad de ambos parten las opciones de un equipo que encuentra en Aduriz su “9” ideal, capaz de tirar desmarques y rematar centros al área, y cada vez más adaptado al juego al pie.
Porque este Athletic posee dos caras. El Plan A de Valverde no es otro que el de imponerse a través del balón y la superioridad numérica en el centro del campo. Pero si esto no funciona, no existe ningún tipo de complejo en apostar por el Plan B, ese que ha sido el Plan A del Athletic de toda la vida y que sigue erizando el vello a San Mamés: el juego directo. Jugadores como Mikel Rico, los centrales o Aduriz, con Ibai Gómez –que no estará contra el Granada- como lanzador, constituyen una vía muy interesante por la que hacer daño por la forma más directa.
El Athletic satisface a su afición, y a día de hoy es el mejor cuarto clasificado a estas alturas de temporada de la historia de la Liga con 47 puntos en 25 partidos. Todo parece controlado en Bilbao; y si la cosa se complicara, ahí está el rugido de San Mamés.