El técnico rayista mantiene intacta la fe en su fútbol
Paco Jémez es, a día de hoy, probablemente el entrenador más prometedor del fútbol español. El que fuera un central contundente es hoy uno de los preparadores más mediáticos por méritos propios; su contundencia en las ruedas de prensa y una propuesta futbolística alejada de lo común tienen la culpa.
Su paso por el Alcalá, el Córdoba en dos etapas, el Cartagena y la UD Las Palmas se halla cargado de una cierta polémica. Ese aire que siempre acompaña al tipo nuevo en la ciudad que sin mostrarse abierto con nadie levanta tanta empatía como resquemor. En esos cuatro equipos, Paco Jémez es recordado como un buen entrenador de fútbol. Lo castigaron, sin embargo, las formas, su sinceridad y carácter, lo que le provocó varios problemas con las distintas directivas. La continuidad resultaba inviable, algo que sin embargo no parecía preocupar a Jémez.
Dicen que el buen entrenador es el que hace su equipo en función de los recursos disponibles. De Paco Jémez podríamos decir que tiene una idea, y que utiliza los recursos disponibles para aproximarse todo lo más que le sea posible. Una escalera hacia la Luna. El canario criado en Córdoba mantiene que en todos sus equipos ha jugado de la misma forma. Por ello, recuperamos unas declaraciones suyas como entrenador del Cartagena, en Segunda B: “El pelotazo es un recurso válido, pero no una norma. Yo quiero que el equipo juegue en campo contrario, que tenga el balón y que los jugadores se diviertan jugando”.
Este año, Jémez aseveró lo siguiente: “Parto de que un jugador de fútbol sabe jugar al fútbol, porque si no se dedicaría a otra cosa. No le pides a un jugador que te fabrique una lavadora; le pides que haga su trabajo de la mejor forma posible”. Paco Jémez no exige la excelencia; sí el trabajo diario para aproximarse a ella. El sudor por la remontada de cada escalón. Y un solo objetivo, lejos de permanencias o luchas por Europa: “Salimos al campo con la obligación de hacer disfrutar a la gente que paga una entrada y a la que nos ve”.
Esa idea de presión alta, posesión a favor y juego en campo contrario que ya mostrase en sus anteriores equipos, fue elevada a la máxima potencia en su llegada a Vallecas, donde ya actuara como futbolista. Quizás encontró el ambiente perfecto para él: un clima de unión con la grada, una afición entregada a la locura del fútbol y a unas ideas políticas claras y diferentes. El Rayo era, podría decirse, el equipo más diferente para el entrenador más distinto.
Una primera temporada exitosa de la mano de Leo Baptistao y Piti, que solo los despachos evitaron que desembocara en Europa, fue precedente de otra campaña en la que se vio toda la sombra y toda la luz que Paco Jémez es capaz de proyectar. Por momentos, tuvo a Vallecas en contra. También a sus jugadores, que se mostraron en rebeldía con ciertas acciones como el portero Rubén sacando en largo con la grada celebrándolo, ante la incomprensión de su técnico. Los resultados no acompañaban, pero para Paco Jémez eso es lo de menos. Él tenía una idea, y pasado el ecuador de la temporada los frutos salieron a relucir.
Un equipo que parecía, junto al Betis, próximo al descenso matemático, terminó convirtiéndose en equipo revelación por un final de Liga arrebatador. El Rayo acabó siendo una máquina de jugar. Y en la presente temporada aspira a volver a serlo, sin penuria mediante.
Jémez vuelve a enfrentarse a un mal endémico del Rayo en medio de la crisis económica: plantillas totalmente renovadas, partiendo de cero. Jémez mantiene ocho jugadores del equipo que entrenó hace cuatro meses, y la mayor parte no son titulares. Gracias a las cesiones de ciertos jugadores de nivel como Gael Kakuta, el Rayo aspira a algo más que la permanencia. Se alumbra la misma filosofía de juego acompañada por unas bandas fortalecidas que serán importantes.
El Rayo visita el viernes Los Cármenes con las bajas por expulsión de Morcillo y Aquino y las dudas de Cristian Álvarez y Zé Castro, lo que deja la zaga más que mermada. En su último partido, cayó ante el FC Barcelona con una línea defensiva adelantada hasta el centro del campo, hasta el suicidio. El mundo del fútbol aplaudió. Paco Jémez mantiene su idea, y con más de quince nuevos futbolistas quiere seguir construyendo, pieza a pieza, su escalera hacia la Luna.