LaCONTRACRONICA

La Copa del Rey descubre piezas renovadas, mismas intenciones y sensaciones dispares

El Córdoba visitaba Los Cármenes pero el foco residía sobre Joaquín Caparrós, más cuestionado que nunca tras los cinco goles del Sevilla el pasado domingo. Sin embargo, la virginidad de la Copa en la presente temporada pareció llevar todo al punto de partida: allí donde nada de lo ya vivido cuenta, una tierra de segunda oportunidades, una tregua.

El once, cargado de jugadores poco habituales, no mostraba una gran diferencia de nivel con respecto al que suele presentar el Granada en Liga. Oier y Larsson disputaban su primer partido oficial con el Granada, Mainz suplía a Murillo, Martins se dejaba ver como lateral izquierdo y Yuste formaba junto a Eddy una pareja de mediocentros inédita. El Córdoba, también con jugadores poco habituales, solo mostraba dejarse fuera a Fede y a Ghilas como futbolistas importantes, imposibilitando asimismo la vuelta de Abel Gómez e Iñigo López a la que fue su casa.

Nueve partidos llevaba el granadinista sin ver ganar a su equipo. Desde agosto, sin un gol a favor en Los Cármenes. Pero la Copa del Rey era un entorno nuevo, y la afición –la poca presente, pues más de la mitad de las butacas estaban vacías- apoyó a su equipo. El Córdoba salió a verlas venir y el Granada, a agradar. Desde los primeros minutos llamó la atención la presencia de la pareja Yuste-Eddy. Ambos con centímetros de sobra, abarcaban campo y mordían a la hora de recuperar el balón con una presión en la que Yuste daba un paso adelante dejando a Eddy en solitario. En ataque, Success se mostraba más suelto que nunca, mentalizado quizás en demostrar su potencial ahora que los goles no son más que una interrogante. Se quedó en las buenas intenciones.

Fue el nigeriano el primero en intentarlo con un disparo desde fuera del área, demostrando movilidad pero poco veneno, una perfecta definición de sí mismo a día de hoy. La principal novedad del Granada resultaba el actuar por primera vez en la temporada con dos extremos naturales: Larsson y Juan Carlos. Pese a ello, el plan seguía siendo el mismo. Estos actuaban más hacia dentro que hacia fuera, dejando la cal para los laterales y un delantero caído a banda en pos de abrir la zaga rival, una idea que sigue sin fructificar.

Más miedo produjo Success en su segunda intentona, con una media vuelta explosiva que sorprendió a Saizar y que no fue gol por rozar en un defensa. El joven punta provocó de esta forma un saque de esquina que derivó en el único gol del partido. En su segunda jugada, Success prolongaba en el segundo palo hacia el interior del área, donde Córdoba fusilaba al veterano Saizar. Guiado por la inercia, el Granada no dejaba salir de la impotencia a un rival que apenas construía gracias a la agresividad del centro del campo. Martins y Juan Carlos comenazaban a asociarse por la izquierda, pero al portugués le seguía faltando un buen centro para acompañar su vocación ofensiva. Centros que con insistencia y eficacia seguía colgando un motivado Nyom desde la derecha.

En el descanso, Los Cármenes se comía el bocata viendo a su equipo ganar, y habiéndose divertido por momentos. Una sensación extraña, hasta comprender que enfrente estaba el Córdoba, el equipo que logra empeorar la racha del Granada al no haber ganado un partido oficial desde que celebrara el ascenso en una eliminatoria que pasó por el valor de los goles en campo rival. Los Cármenes comprendió que había que apretar más, y exigir –ahora que se podía- un poco más de alegría. Lejos de lo esperado, la segunda mitad echó por tierra parte de lo obrado en la primera.

Los locales reanudaron el choque remando hacia el segundo, provocando un saque de esquina al minuto y celebrando un remate de cabeza de Success a los pocos. Contra todo pronóstico, el Córdoba dio un paso al frente y el Granada lo permitió, replegándose como habitúa. Ekeng tuvo la única oportunidad digna de mención para los cordobeses y Juan Carlos replicó. A falta de veinte minutos para el final, el propio Ekeng rompió la monotonía al ser expulsado por doble amarilla en su duelo particular con Eddy Silvestre, quien poco después se retiraría lesionado.

Los visitantes tiraron la toalla y dejaron a elección del Granada el mover el marcador o el dejarlo tal y como estaba. Los rojiblancos parecieron firmar la paz, porque la superioridad numérica no se tradujo ni en ocasiones ni en intención. Debutó Nico, quien antes de ponerse la camiseta ya gozaba del beneplácito de muchos. Se mostró como un niño contra hombres, pero se mostró valiente. Más que Larsson, que no pareció disgustado con el hecho de debutar en diciembre. El Granada pudo reenganchar a su afición en una ocasión inigualable, pero no lo hizo; ahora llega el Valencia.