boca-casla

El nuevo lateral izquierdo del Granada hace de la entrega su seña de identidad

Agacha la cabeza, y cuando agacha la cabeza, va hasta el fondo”. Así anunciaba un narrador argentino una de las múltiples internadas por el carril izquierdo de Emanuel Insúa con Boca Juniors. La palabra “duda” desaparece del diccionario de este lateral cada vez que entra en un terreno de juego. Solo piensa en ir hacia adelante, hasta exhalar el último suspiro. Unas características que cumplen con lo único que Los Cármenes exige a los suyos: compromiso.

Emanuel Insúa presume de seguir perteneciendo al barrio donde nació y que lo vio crecer. Se trata de La Siberia, en la Villa Urquiza de Buenos Aires. Quinto hijo varón de su familia, descubrió el balompié gracias a sus padres, que lo llevaron a probar el llamado ‘baby fútbol’, en pista de futsal. ‘Mali’, como lo llamaban sus vecinos, comenzaba así una progresión junto a su hermano Emiliano –hoy en el Rayo Vallecano tras pasar por Liverool, Sporting de Lisboa, Galatasaray y Atlético de Madrid-, dos años mayor que él, que lo ha terminado llevando al fútbol europeo.

En edad juvenil y de la mano de Ramón Maddoni, maestro descubridor de talentos para Boca Juniors, Emanuel llegaba a las categorías inferiores del club bonaerense. Definido por el propio Maddoni como un “habilidoso y agresivo defensor zurdo”, debía elegir entre la camiseta azul y oro o el futsal del Club Pinocho. Optó por la grandeza de Boca, del que siempre se ha confesado seguidor.

Tras realizar la pretemporada con el primer equipo en Brasil durante el verano de 2010, Insúa debutaría debido a la acumulación de partidos entre las tres competiciones en las que Boca se encontraba inmerso. Lo hizo en Copa Argentina en la eliminatoria ante Olimpo de Bahía Blanca, ingresando en los últimos minutos y debiendo asumir la responsabilidad de convertir el séptimo disparo de una histórica tanda de penaltis en la que algunos jugadores tuvieron que repetir lanzamiento. Se hicieron con la victoria y, aunque el lateral acusó nerviosismo, mostró su personalidad convirtiendo desde los once metros. El equipo dirigido por Julio César Falcioni se haría con el título semanas más tarde.

En la 2011/12 y debido a la presencia de buenos laterales en la plantilla, Insúa se marcharía cedido a Godoy Cruz. Su desempeño no pudo ser mejor: disputaría 34 partidos ganándose la confianza no solo del cuerpo técnico del club mendozino sino del propio Carlos Bianchi, que pidió expresamente su vuelta al retomar la dirección de Boca Juniors para suplir a un emblema como Clemente Rodríguez. Durante su cesión en el Tomba, Insúa exhibió valentía, velocidad, fuerza, potencia, habilidad en la marca defensiva y proyección ofensiva. Su regreso al Xeneize no se hizo esperar.

Titular indiscutible en el flanco izquierdo durante el Torneo Inicial 2013, el infortunio se cruzó en su camino con una extraña lesión de vértebras en septiembre de 2013, fruto del estrés. No obstante, terminó recuperando el puesto volviendo a lucir como uno de los mejores jugadores de Boca en una etapa mala para el club. Su constante ida y vuelta y su habilidad tanto para llegar a línea de fondo como para entrar en diagonal hacia dentro le hizo acumular varias asistencias.

El pasado verano, el Torino –con una insuficiente oferta de 1.5M de euros- y el West Ham mostraron interés en sus prestaciones, siendo los ingleses los que más cercanos estuvieron al acuerdo. A pesar de las ganas de Insúa por llegar a Europa, no mostró un ápice de decepción al mantenerse en Argentina. “Boca es mi segunda casa”. De Bianchi recibió el apodo de “Bisonte”, que se suma a una colección que incluye “Pochito”, “Pocho”, “Loco”, “Torito” o “Topadora”.

Con la destitución del “Virrey” a finales de agosto y el nombramiento de Rodolfo Arruabarruena, Insúa vio como perdía la titularidad en favor de Nicolás Colazo. Se filtró el interés de equipos argentinos, a lo que Insúa respondió: “No me puedo poner otra camiseta que no sea la de Boca, soy hincha de este club. Solo saldría al exterior”. Con “El Vasco”, uno de los referentes de Insúa junto a Ashley Cole por su pasado como lateral zurdo, el nuevo jugador del Granada sufrió las cosnecuencias de su fogosidad natural. El técnico le exigía serenidad, algo de lo que el “Bisonte” no va sobrado.

Tras su adquisición por parte de Udinese, 2.5M de euros mediante, Insúa pone pie en Los Cármenes como cedido pero con un devenir incierto al tratarse de las redes de Gino Pozzo. Ahora será Joaquín Caparrós el que deba colaborar en la evolución de este futbolista de 23 años que llega por primera vez a Europa, con todo por delante. Emanuel Insúa tiene defectos y virtudes, como todos, pero también un lema que mantiene intacto desde que aprendiese a competir en el Club Pinocho: “La actitud no se negocia”. Justo lo que este Granada necesita.