A sus 25 años, el centrocampista ha defendido cinco escudos diferentes en el máximo nivel
La de Rubén Pérez es una historia de supervivencia. Un futbolista que no ha dejado de buscarse la vida, afrontando veranos inciertos y septiembres en los que todo resultaba nuevo. Por unas circunstancias o por otras, este astigitano no ha encontrado la continuidad en ninguno de los clubs que ha defendido. Una frustración que trata de vivir con la mayor comprensión posible. Ahora llega al Granada.
“Me he acostumbrado a hacer las maletas, a cambiar de ciudad y a conocer gente nueva. Si lo piensas fríamente, no es tan malo. Prefiero ser optimista”. Su primera “maleta” la hizo con 15 años. Cambiaba su Écija natal por Madrid. Su mayor vicio, el de la pelota, le valía una prueba con el Atlético de Madrid gracias a la intuición de un ojeador. Por entonces, Rubén podía pasar cuatro o cinco horas al día jugando, compaginando los entrenamientos con el Écija y las pachangas con amigos. Así se ganó más de una sanción.
Los colchoneros se encontraron con el “no” inicial de su madre Consuelo. Era demasiado pequeño y se encontraba muy unido a su familia. Sin embargo, Rubén tenía claro que lograría ganarse la vida jugando a fútbol. Y marchó. El desafío resultó tan difícil como se prometía y Rubén no se sentía a la altura. Desde la residencia del club en Alcorcón, no paraba de pensar en volver a Écija. Hoy agradece la entereza demostrada. Siguió una formación académica en la que tuvo que ver la insistencia de Amorrortu, director de la cantera, y poco a poco fue escalando categorías. Una de las razones que más le hacían añorar el hogar, su hermana recién nacida, Paula, se convirtió en la mayor de las motivaciones.
Capitán del juvenil A, el centrocampista logró que su nombre comenzara a relacionarse con el primer equipo como uno de los valores en alza de un club en busca del relevo a Fernando Torres. A comienzos de la 2009/10, su actual entrenador en el Granada Abel Resino decidía convocarlo para viajar al Estadio Do Dragao en Liga de Campeones. No obstante, para llegar a debutar debería aguardar la llegada de Quique Sánchez Flores, quien tenía en Fran Escribá a su segundo.
La 2010/11 sería la primera temporada de Rubén Pérez como pleno futbolista de Primera División. Firmaba con el Deportivo de la Coruña como parte de la operación que llevaba a Filipe Luis a la Ribera del Manzanares. Sería una pieza importante del equipo de Miguel Ángel Lotina, llegando a disputar 37 encuentros entre Liga y Copa del Rey. Su gran desempeño en la medular no evitó un descenso que rompería el contrato que lo ligaba en calidad de cesión al club coruñés.
Tercero en el galardón al jugador revelación del año tras Muniain y Griezmann, Rubén Pérez se ganó el ser convocado con la selección que ganaría el Europeo sub21 en el verano de 2011 junto a futbolistas de la talla de Mata, Thiago, Capel o Javi Martínez. Pero seguía “sin equipo” al no contar para el Atlético de Madrid. Encontró acomodo en el Getafe de Míchel, con quien no tuvo minutos –apenas jugó diez partidos- sufriendo de esta forma un importante parón en su progresión.
Un verano más que debía buscarse la vida, esta vez huyendo de Madrid e intentando acercarse a Écija. El Betis de Pepe Mel se hacía con sus servicios, una vez más en calidad de cesión. Conquistó el Villamarín con esfuerzo y calidad, conformando un gran centro del campo junto a Cañas y Beñat que llevó a los verdiblancos a la Europa League en una gran campaña. Participó en 25 partidos de Liga y conoció al que hoy es uno de sus mejores amigos dentro del fútbol y con el que se reencontrará en Granada: Juan Carlos Pérez.
Finalizada su cesión, el Betis insistió en él pero finalmente recalaría en el Elche de Fran Escribá. Rubén Pérez sería uno de los jugadores más regulares de los franjiverdes (31 partidos), destacando en la elaboración y creación del juego, contando con el apoyo en defensa de “La Roca” Sánchez y de Javi Márquez en tareas ofensivas. Implicado como nadie en labores oscuras, siempre dio una salida aseada de balón procurando hacer las cosas más sencillas sin renunciar a un desplazamiento en largo óptimo. El Martínez Valero veía en él a un Rivera con diez años menos.
De vuelta al Atlético de Madrid, el ‘Cholo’ le anunció que debía buscar una salida pero la directiva colchonera intentaba un traspaso al que el Elche no accedía. Así se contactó con el Torino, quienes plantearon una cesión con opción de compra por 5 millones de euros. Desgraciadamente, en estos meses Rubén Pérez aprendió algo de italiano y poco más. Giampiero Ventura no contó con él y solo actuó en ocho encuentros, nunca saboreando los 90 minutos.
Amante del flamenco, el astigitano llega a Granada para aportar el equilibrio entre destrucción, creacción de juego y sentido táctico que tanto gusta a Abel Resino, quien ya le conoce. Rubén Pérez vuelve a empezar, ahora en invierno, bajo la mirada de la Alhambra. Esta vez no parece estar dispuesto a hacer las maletas tan fácilmente.