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Derrota estrepitosa y lamentable del Granada en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. No se compareció. Dos ocasiones en sendos saques de esquina en los primeros minutos fueron un espejismo de un equipo conservador que sufrió el primer gol almeriense en el añadido del primer tiempo. En el segundo tiempo no existió reacción y se acabó encajando dos goles más.

Quedan pocas razones para creer, por no decir ninguna. Dicen que hay que luchar hasta el final pero siempre con cierta fe. El Granada no inspira ninguna durante los noventa minutos que dura cada uno de sus encuentros. En Almería saltó con Mainz supliendo a Murillo y con la inesperada presencia de Cala –días después de su lamento en redes sociales- como reemplazante de última hora de Babin. El resto, los mismos que contra el Celta.

Venían los almerienses de encajar cuatro en el Camp Nou con su nuevo técnico Sergi Barjuan. Con su predecesor, Juan Ignacio Martínez, se había visto un equipo desquiciado con sus propias circunstancias. Con el paréntesis de la goleada blaugrana a un lado, ante el Granada la situación emocional de los locales era bien distinta. Pese a que el arreón inicial fue granadinista, con sendos testarazos tras dos saques de esquina, poco a poco los de Abel cedieron merced a su miedo ante un equipo que parecía tener menos que perder.

Las caídas de Thievy a banda izquierda liberaban a Espinosa para aparecer por la zona de mediapunta junto a Soriano en busca de situaciones de peligro. Por la derecha, Wellington Silva destrozaba a un Insúa desconcertado, aún más de a lo que habitúa. Responía el Granada también por su costado diestro. Quedaba claro que en las botas de Robert Ibáñez residían las mejores opciones de los rojiblancos horizontales, esta vez de negro. Pero la continuidad se convirtió en una utopía. Los arreones de miedo y valentía terminaron por inclinar el campo con las llegadas de Ximo Navarro y Wellington para que en tiempo de descuento, Thomas hiciera el primero al aprovechar la descordinación de la zaga granadinista al tirar el fuera de juego tras un córner.

El Almería ya había hecho los deberes y la patata quedaba en manos granadinistas. La reacción no llegó hasta discurridos diez minutos con una nueva internada de Robert que Rubén desbarató. Abel dio entrada a Fran Rico y Córdoba por Iturra y El-Arabi pero nada cambió. En el 60’, de nuevo una salida descordinada de la zaga granadinista habilitaba a Espinosa para que, tras recortar a Mainz, batiera a Roberto de un punterazo. Ya poco importaba el partido, el desastre era total. Apostar por Riki revela la falta de ideas de un equipo abandonado a balones a la espalda sin sentido.

El Granada perdió los nervios, confundiendo la tensión con la desesperación. El Almería se gustaba y vivía feliz, olvidando por un momento que sigue en puestos de descenso. Se convirtió en un conjunto que lucha por entrar a Europa. En el descuento, tras otros avisos con diferentes firmas, Thomas hizo el tercero con una inexplicable fortuna. Sentenciados, supone casi una despedida. El tramo final se hará largo. Muy largo.