LaOpiniondeALLa fe es eso que queda cuando aún hay esperanza. Pues por más que digan que la esperanza es lo último que se pierde, ésta no sirve de nada sin una pequeña dosis de fe. Creer en que el éxito puede obtenerse por muy lejos que quede de nuestro alcance.

Quizá pensando en el éxito y en su traducción literal al inglés, Abel Resino dio ayer entrada en el once a Success. El joven nigeriano cuyo apellido augura triunfos, otorgó la razón al que piense que en el fútbol además de calidad ha de haber ganas. Y es que por momentos Isaac Success se echó a todo el Granada a sus espaldas y sus apenas 19 años parecieron muchos más. No en vano el gol granadino llegó tras insultar a Kolo con un quiebro dentro del área que posibilitó el córner en el que Mainz marcó.

Estuvo a punto de salirle bien la entalequia bíblica a Abel con su acto de fe de no ser por un desafortunado capitán que perforó ambas naves. Mainz se hizo otro gol en propia puerta después de hacerlo también ante el Real Madrid, por testimonial que fuese aquel tanto. Pero sin embargo al central del Granada poco o nada se le puede reprochar ayer. Como tampoco al resto de sus compañeros. Porque aunque la calidad no brillase la fe movió montañas y a punto estuvo de colocar Sierra Nevada encima de la propia Giralda.

Ahora que las fuerzas fallan y todo está perdido, el equipo parece dispuesto a negar la evidencia del descenso dejándose un poco de sí en cada partido. Sin embargo los milagros no acuden sólos a la cita y once hombres no pueden arreglar lo que en 32 jornadas no se ha hecho. Y es justo citar tan solo a once porque Piti, Lass y Juan Carlos salieron al césped a pasearse. Algo que sirve para explicar porqué Success ayer sí y algunos de los de siempre no. Porqué se está con pie y medio en Segunda y porqué los hay a los que parece no importarle.

Con el fin tan cerca y a la desesperada, la aparición expontánea de un futbolista inesperado como Success es lo único que le queda a este equipo para tratar de sobrevivir. Seis partidos, seis actos de fe.