LaCONTRACRONICA

Sandoval le cambia el traje al Granada y roba los tres puntos del Coliseum Alfonso Pérez

Tres días después de perder un nuevo último tren hacia la salvación, el Granada vuelve a engancharse a ella. Es lo que tiene esta Liga tan desigual, ya no solo por sus dos primeros clasificados. Los que dimos por muerto a este equipo no lo hicimos ni mucho menos por gusto: los síntomas eran claros, especialmente tras lo abrupto de la goleada encajada en Almería. Sin embargo, la competición sigue dando oportunidades, y Pina le ha dado la vuelta a la casa por tercera vez. Se fue Abel, llegó Sandoval. Y se venció.

Para ello dejó sin convocar a Insúa -castigado en su tobillo y con sentimiento de culpa por el primer gol periquito el jueves-, a Fran Rico –probablemente el jugador con el estado de ánimo más desgastado a lo largo de la temporada- y a Isaac Success, quizás la decisión más sorprendente pues su optimismo parecía ser un posible revulsivo. José Ramón Sandoval pensó su primer partido de los cuatro que dispone y resolvió dar responsabilidad a quien verdaderamente le corresponde. A Piti, a Rochina, a Lass… a El-Arabi.

Un delantero que venía de quedarse en la grada más de una vez con Abel Resino, quizás por sus polémicas declaraciones alumbrando que estaba más preocupado por su propio futuro que por el del equipo. Vilipendiado por un granadinismo que ha pecado de no valorar que también hace ciertas cosas bien, el marroquí volvía a escena. Lo hacía con su apatía natural; sólo le faltaban los cascos para terminar de aislarse. Y sin embargo, hizo dos goles. Lo que nadie en el Granada, más allá de Mainz, parece asegurar.

Los azulones lanzaron una amenaza a balón parado y Rochina respondió haciendo intervenir a Guaita. El Granada salió bien, con Rubén Pérez y Javi Márquez mandando en el centro y Lass Bangoura rompiendo líneas con su conducción eléctrica. Sin nada que perder, los nazaríes atacaban con gente y terminaban sus jugadas. Directo, agresivo y recuperando el balón tras pérdida. Sin sufrir. A los doce minutos, Piti provocaba un penalti por “codo” de Naldo y El-Arabi tiraba de autoridad de delantero recuperado para la causa. Gol.

Había confianza, y Rochina hacía recordar que puede ser un buen jugador de fútbol. El Getafe no lograba combinar en campo rival y limitaba su juego a lanzar pelotazos hacia Freddy Hinestroza, que actuaba como referencia habiéndose desempeñado siempre como extremo. La tranquilidad impuesta por el Granada desembocó en que el Getafe encontró la clave en los costados entregándose a Escudero y Pedro León.

Avisó Hinestroza con un buen disparo desde el lateral del área. Los locales daban un paso hacia adelante mediante la acumulación de jugadores en torno a la frontal, instaurando el nerviosismo en los de Sandoval. Los de rojo y blanco pedían el descanso a gritos pero éste llegó demasiado tarde: Pedro León recogía un gran cambio de juego de Escudero y tras recortar hacia dentro y fijar a Juan Carlos, batía a Roberto al primer palo con un latigazo haciendo uso de su pierna “mala”.

Las revoluciones seguían altas en el Getafe al volver de vestuarios y Sarabia probaba de nuevo la seguridad del de Chantada. Entendió el Granada que debía tranquilizar el ritmo y cuando más parado estaba el partido, Piti mandó un balón plano y tenso al área. La mirilla estaba en la frente de El-Arabi, que había trazado con anterioridad un desmarque excelente. El “9” solo tuvo que rozarla. Muchos se pellizcaron: el Granada se reponía y hacía un segundo gol. Eso que parece tan simple, ya en sí suponía un milagro.

Volvía a plantarse el Granada arriba en el marcador y esta vez debía demostrar que la lección estaba aprendida, con el fantasma de “resurrección frustrada” que ya sufrió Abel en Riazor. Se encargó Piti, con las pausas necesarias y provocando faltas son bombonas de oxígeno. Sin terminar de echarse atrás, el Granada cedió la intención y se centró en destruir. Pablo Franco sentó a Lacen y León buscando un golpe de efecto con los jóvenes Emi e Ivi, con nombres más propios de entrenadores Pokemon que de futbolistas. Con el miedo y el sufrimiento lógico e inesquivable de los últimos minutos, salida en falso de Roberto incluida, el Granada conquistó la victoria. No lo hacía desde el 7 de marzo contra el Málaga. Lejos de Los Cármenes, desde septiembre.

José Ramón Sandoval ha cumplido con nota su primer examen, pues todo lo que fuera ganar un partido con este Granada es de matrícula. Con tres puntos, la vida luce mucho mejor, y te invade un optimismo tonto que, sabes, puede derrumbarse en cualquier momento. Pero ahora visita Granada el Córdoba, ya descendido. Una victoria más dejaría mucho más “posible” el milagro.