No cuesta imaginar quien suele ser designado como cabeza de turco en un equipo de fútbol. A falta de un mercado de fichajes perpetuo se suele tildar al entrenador como el principal culpable de la situación negativa que atraviese la entidad en cuestión. Para elogios de buen hacer se suelen poner los ojos en la estrella mediática más que en el ingeniero táctico. El problema surge cuando ambas cualidades, la de entrenador y estrella mediática, convergen en un solo ser dando como resultado a Paco Jémez.

A falta de alguien que eleve el tono por encima del resto, el Granada es en estos momentos una suerte de encefalograma plano en el que tan solo las salidas de tiesto del entrenador nazarí animan algo un anodino panorama. La prensa agradece sus pasadas de frenada en tanto les permite tener un objetivo en la diana porque el personaje no ayuda en lo deportivo. El personaje que se ha comido al propio Jémez, entiéndase.

Pues Paco nunca ha destacado por ser un entrenador al uso. No lo fue en Las Palmas y el Rayo y no va a ser el caso, dure lo que dure, en Granada. Sus formas y declaraciones le delatan. Le quitan el traje de señor que porta en cada partido para mostrar a un hombre dispuesto a batir el cobre contra quien sea olvidando que su figura se ha engrandecido a base de juego, resultados y no de tres o cuatro palabras que inviten a la guerra.

Sin embargo no hay nadie en Granada que pueda pararle los pies. No un Piru inexperto. No un Pere desaparecido. No un Yang que desconoce el idioma pese a tener lógicos enlaces en la capital granadina. No es Cuerva el indicado para canalizar los avisos que deben llegarle a Jémez pues su posición es la de ángel de la guarda de un proyecto que ni siquiera se ha puesto aún el pañal.

Mientras tanto los ‘babys nazarís’ siguen lejos de conocer la victoria aunque por momentos la puedan tener en la mano. Caminan hacia la séptima jornada y su inexperiencia unida a la falta de liderazgo está tirando por tierra la que puede ser la mejor combinación de jugadores que el Granada ha tenido en su historia en Primera. Pero para llegar a demostrarlo hace falta una paciencia que el propio Jémez pidió y que de momento no ha sabido dar. No obstante incluso ha llegado a afirmar que el equipo ya debería estar compenetrado cuando aún no hace ni un mes desde que llegaron la mayoría de jugadores y las pretemporadas, que este equipo no ha tenido, suelen durar al menos medio mes más.

Lo que queda de manifiesto es que este Granada necesita a alguien que aconseje a Paco Jémez de que su talento, como el de sus jugadores, está ahí. Que la seducción de ‘La Roja’ a la que tanto anhela entrenar le desvió en su momento la mirada del césped de Los Cármenes y con aquél sueño se puede ir todo lo demás. Su buena prensa y cartel nacional han hecho desaparecer a Paco para que emerja un tal Jémez. Aunque sea por ego no debería hundir al Granada por su falta de acierto en las decisiones. Sería su segundo fracaso consecutivo después de descender a un Rayo que tuvo que recurrir al cuerpo de un futbolista que un día fue Piti para intentar salvar los muebles.

Esto no es problema de la afición. Por una vez ellos no pueden ser tachados de impacientes. Aunque se les ha vendido que el equipo sufrirá y que el objetivo es la permanencia, no hay voces que sobresalgan por encima del resto en Los Cármenes para menospreciar ni al técnico ni a los jugadores. Al menos de momento. Pero si llegado el caso el timón del barco debe virar, será comprensibles los primeros silbidos.


Si Jémez no destruye a su personaje o el Granada no hace lo propio con él, solo queda esperar
. Que la fortuna se alíe y la pelota granadinista entre más que la del rival. En ese caso las aguas bajarán más calmadas por el Genil y los argumentos contra esta temporada se irán río abajo. Pero de lo contrario la situación se tornará inoperable. De enfermedad terminal pese a ser el proyecto más ambicioso en cuanto a ilusiones, que no tanto inversión, que ha hecho el Granada en los últimos seis años.

El Leganés puede ser la víctima o el verdugo, eso se andará. Hasta entonces el club debe reunirse aunque sea vía Skype, dada la multitud de nacionalidades y residencias de quienes gobiernan su destino, para establecer una hoja de ruta cierta. Hace falta liderazgo y calmar el de Jémez. No sirve de nada tirar al capitán por la borda sin un subalterno que pueda agarrar el timón con firmeza. Llegado el momento el tiempo dirá si este análisis resultó acertado o precipitado. Hasta entonces habrá que encomendarse al recuerdo de Fabri o Alcaraz. Nuestros particulares Míchel cada vez que las cosas van mal quizá porque ellos sí supieron liderar sin romperse la camisa en cada acto. Quizá habrá que pedir que muera Jémez para que vuelva Paco, ese gran técnico que hay detrás del personaje.