Tras el cierre del mercado invernal, y las últimas salidas de Javi Márquez, Tito y Alberto Bueno, el conjunto granadino se queda sólamente con cuatro jugadores españoles
El idioma del fútbol es universal. No hay ninguna duda de ello. Para dar un pase o chutar a puerta poco importa si hablas argelino, sueco o español. Paco Jémez siempre discrepó con este motivo. No le gustaba que en el Granada hubiera tantas nacionalidades porque le resultaba incómodo tener que hablar varias lenguas para que todos se entienderan mejor. No sé que pensaría ahora cuando viera que el Granada ha aumentado sus nacionalidades y encima ha bajado el número de españoles en la plantilla.
Hasta ahora, había nueve jugadores españoles: Oier, Lombán, Tito, Cuenca, Javi Márquez, Samper, Alberto Bueno, Jon Toral y David Barral. Se han marchado seis de estos y tan solo ha llegado Héctor, por lo que en la actual plantilla rojiblanca hay solo cuatro futbolistas españoles, el equipo con menos de toda la Primera División. Eso se suma a las dieciséis nacionalidades restantes que conforman una plantilla que se encuentra en última posición. Ambas cosas no deberían estar relacionadas, ni mucho menos. Como hemos dicho anteriormente el idioma del fútbol es único, pero la comunicación sobre el césped y en el vestuario siempre es importante para aclarar conceptos y situaciones.
A todo esto se suma que es probable que Lucas Alcaraz siga contando con Aly Malle (Malí), Martin Hongla (Camerún) y Sergio Peña (Perú), futbolistas del filial rojiblanco. Tres nacionalidades más que elevarían la cifra a 20. No será este el motivo de bajar a Segunda División, en el caso de que se produzca, ni mucho menos. Pero es llamativo en lo que se ha llegado a convertir la marca ‘Granada CF’. Un club que está empezando a ser objeto de burla y mofa por parte de aficionados foráneos. Depende de la plantilla callar la boca a aquellos que dudan de la forma de fichar de la directiva. Hay calidad y compromiso, sobre todo del más español y más granadino, Lucas Alcaraz. El único handicap es el tiempo, que va en contra.
Foto: Helena Callejón | GranadaCFWeb