El delantero argentino celebró su tanto llevándose el dedo a la boca, encarándose con la grada y mandando a la misma a callar. Un gesto que repudió enérgicamente el público que quedaba en las gradas de Los Cármenes

Esperanza quedaba poca, pero un resbalón de Diego Alves permitió a los rojiblancos acercarse en el marcador. Ponce, que había entrado en sustitución de Kravets, recogió el mal envío del portero che y, tras hacerle un lío a Mangala, anotó un gol de bella factura. Disparo potente, raso y pegadito al poste. Inservible, pero celebrable en cierta manera. Pero entonces, algo se pasó por la mente del ariete cedido por la Roma. No se lo pensó dos veces y se dirigió a la grada, la poca afición que decidió no marcharse tras el esperpéntico primer tiempo -acabó con 0-2-. Lo hizo llevándose el dedo índice a la boca, mandando a callar a sus propios hinchas. Es cierto que, llevados por la impotencia y el desánimo, la parroquia granadinista sacó el pañuelo hacia el palco, pitó al equipo e incluso abandonó el estadio antes de tiempo. Pero el feo gesto de Ezequiel Ponce no hizo sino aumentar el enfado de los espectadores con el equipo y, sobre todo, con el argentino. «Ponce, vete ya» y «Lucas, quítalo» fueron cánticos que se sucedieron durante el tramo final del partido, además de una sonora pitada cada vez que el nueve entraba en juego.

Las redes sociales, como viene siendo habitual, fueron claro reflejo de lo vivido en el estadio. Muchos fueron los «twitteros» que pidieron al entrenador rojiblanco que sacara del campo al jugador, ya que no debía seguir vistiendo la elástica rojiblanca. Muchos otros, apelaban al orgullo para con el equipo y preferían quedarse con diez jugadores sobre el terreno de juego.

Foto: Helena Callejón