El Granada está cerca de hacer oficial el nombre del nuevo entrenador rojiblanco que disputará los últimos cinco partidos de la competición. Durante la actual temporada han sido cesados José Luis Oltra y Pedro Morilla. El curso anterior fulminó a Jémez, Alcaraz y Tony Adams, que no fue destituido como tal pero acabó fuera de la directiva nazarí. Planagumà dirigió al equipo en la derrota casera frente al Leganés

Tiempos revueltos en la zona noble del Granada Club de Fútbol tras sumar un nuevo tropiezo relevante en la elección del entrenador que debería de haber recuperado la senda positiva hacía el objetivo. El breve periplo de Pedro Morilla al frente del banquillo rojiblanco ha durado seis partidos con un pésimo balance de seis puntos de 18 posibles, ni la mitad de las unidades disputadas. Un absoluto fracaso que fija las miradas en la actual directiva y en la figura de Manolo Salvador.

Un ejecutivo rojiblanco que valora notablemente la carta de despido en su tarjeta de presentación al frente del barco rojiblanco. La era Jiang comenzó contratando a un preparador de cierto renombre como Paco Jémez que ilusionaba por su valiente apuesta futbolística pero acabó siendo un fracaso estrepitoso durante el primes mes de competición domestica. El técnico cordobés no conoció la victoria en Granada y solo sumó 2 puntos en las primeras 6 jornadas tras encajar 15 goles en contra y anotar 5 a favor. Sus números y sus declaraciones bélicas a la directiva actual terminaron con el cese de Paco Jémez; fue el primer golpe moral que recibieron Lizhang y su entorno tras apostar firmemente por la llegada del ex-rayista.

La salida de Paco Jémez le brindó la oportunidad a Lluis Planagumà que pudo cumplir uno de sus sueños de sentarse durante 90 minutos en un banquillo de la élite futbolística aunque las posibilidades del ‘interino’ se esfumaron rápidamente tras endosar un gol de Szymanowski que significó una dolorosa derrota, en el tramo final del encuentro, frente al Leganés. El catalán volvió a coger las riendas del filial granadinista y el club hizo oficial la llegada de uno de sus baluartes históricos, el granadino Lucas Alcaraz que retornaba al «club de sus amores» por tercera vez en su trayectoria aunque acabó siendo una víctima más del rodillo de JIang.

La vuelta de Lucas generó un atisbo de esperanza en el club y la afición granadinista pero los resultados finalmente no llegaron. El preparador granadino dirigió 24 partidos de Liga y dos de Copa del Rey durante el presente curso dejando un cuadro de cuatro victorias, seis empates y 14 derrotas en el campeonato liguero; aparte de ser eliminados por Osasuna en la Copa del Rey. El técnico granadinista dejó el equipo a siete puntos de la salvación tras solo haber sumado un punto de los últimos 18 posibles. El cese de Alcaraz fue el pasillo para la llegada de Tony Adams; una de las situaciones más controvertidas y extravagantes que ha vivido el club nazarí en los últimos años.

Uno de los mitos del fútbol inglés y hasta entonces directivo del club andaluz bajó del palco de Tribuna al rojo banquillo del Nuevo Los Cármenes avisando que «venía a patear a los futbolistas» durante la recta final del campeonato cuando el plantel estaba virtualmente descendido. La excéntrica experiencia en el área técnica del inglés acabó con una humillante racha de siete derrotas consecutivas y las críticas del ‘ex-gunner’ a la escuadra rojiblanca. Un circo  que muchos recordarán con Manolo Salvador como principal testigo debido a que aterrizó en el club nazarí en el mes de abril para planificar la próxima temporada en la categoría de plata.

La primera batalla entre presidente y nuevo director deportivo comenzó en junio con el fichaje del nuevo preparador rojiblanco en Segunda División porque los deseos de ambos mandatarios eran totalmente diferentes. Jiang Lizhang y sus asesores más cercanos apostaban por Fernando Hierro mientras que Manolo Salvador lanzaba un órdago al dirigente asiático haciendo prevalecer su apuesta por José Luis Oltra. El otro gran anhelado por el director valenciano fue Luis García aunque las altas pretensiones del ex-levantinista desestimaron su contratación.

Finalmente se impuso la figura de Oltra sobre el resto de candidatos a ocupar el puesto vacante que demandaba el Granada CF con el ambicioso reto de ascender obligatoriamente y volver a la élite nacional. La vía del ascenso directo estaba en boca de todas las escalas del club y fue el denominador común de las presentaciones del cuerpo técnico y futbolistas. El arranque futbolístico fue dubitativo durante las cinco primeras jornadas aunque el preparador valenciano recuperó el rumbo con una racha espectacular de seis triunfos en siete encuentros disputados. La magnífica senda de resultados elevó al Granada a la primera posición de la Liga 1|2|3 que tiró por la borda frente al Sevilla Atlético tras endosar una dura derrota en casa cuando recibía al colista. Oltra mantuvo al proyecto filipino en la zona de promoción pero el desgaste de la plantilla debido a la escasa confianza depositada en los suplentes y la mala dinámica como visitantes comenzó a generar un clima de debate sobre la figura del entrenador hasta acabar cesado por su principal valedor.

La continuidad de José Luis Oltra entró en un debate interminable donde se empezaba a ver con buenos ojos la salida del preparador valenciano. El contundente tropiezo en el Mini Estadi por 3-0 dejaba al míster rojiblanco en estado crítico, los resultados no se enderezaron y  la remontada del Real Oviedo en el Tartiere fue el detonante que mostró la puerta de salida al preparador. Una decisión que pudo ser antes pero llegó tarde. Un hecho que el paso de las jornadas ha discutido reavivando una crisis institucional que es una encrucijada difícil de resolver.

El último capitán del barco nazarí emergió desde dentro el club, Pedro Morilla llegó a Granada para ocupar un puesto en la secretaría técnica y luego dirigir al filial rojiblanco en un curso que se presentaba bastante complicado para el segundo equipo del proyecto. La mano del sevillano se hizo notar en un nuevo equipo cargado de identidad granadina y nacional tras varias campañas donde el Granada B se caracterizaba por ser un campo de pruebas para jugadores internacional que venían de paso. El ex-bético prácticamente garantizó la salvación y lanzó a sus futbolistas a codearse con los mejores del Grupo IV de Segunda División B.

La garantía competitiva que desarrollaba el filial quiso ser proyectada al primer equipo y el elegido para sustituir a Oltra fue el propio Pedro Morilla. La principal duda se basaba en cómo iba a gestionar el conflicto de objetivos de ambas plantillas porque el equipo de categoría profesional estaba obligado a luchar por el ascenso y el segundo plantel competía casi sin presión tras mantenerse durante toda la campaña lejos de las posiciones que amenazaban con volver a Tercera. Un invento que rememoraba la ‘Era Adams’ sin las excentricidades del anglosajón. El desenlace final todas y todos ya la conocemos.

Jiang Lizhang y compañía buscan el séptimo dueño del banquillo granadino.

Foto: Granada CF