Analizamos la temporada del equipo rojiblanco nombre por nombre y línea por línea. Como no podía ser de otra forma, Javi Varas y Rui Silva abren la veda de nuestras notas 2017/18 

El Granada comenzó el año con la seguridad de contar con un cóctel inmejorable bajo el arco. La veteranía andaluza de Javi Varas, portero de sobra conocido por todos los futboleros de este país, y la proyección del luso Rui Silva. De este segundo solamente habíamos oído hablar bien por sus entrenamientos, aunque corría el riesgo de no jugar nunca con la camiseta del Granada. La Copa del Rey fue su oportunidad. De hecho, y a priori, la única con la que contaría si el sevillano Varas mantenía la regularidad que se le presuponía. No fue así. Más bien todo lo contrario. Una fatídica tarde en Oviedo derrumbó el estatus del titular y colocó los focos sobre el portugués. La destitución de Oltra no fue la única consecuencia de aquella derrota en el Carlos Tartiere. La duda en la portería y el debate, entre los que creían que Varas estaba demasiado acomodado y los que le veían como un puntal fundamental del equipo, aparecieron. En el final de temporada, con dos técnicos distintos, Varas y Silva se alternaron sin destacar especialmente ninguno por sus aciertos y dejar algún error que empañó sus actuaciones.

JAVI VARAS: «Veteranía, regularidad, liderazgo… y Oviedo»

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No es justo. Ni el fútbol, ni mucho menos uno de los puestos más desagradecidos de este deporte: el portero. Esa dualidad entre héroe o villano, líder o enemigo en tu propia casa, es la que llena de contradicciones y motiva al joven que sueña con ponerse los guantes para defender una portería. Javi Varas lo sabe. Es consciente porque ha pasado por una gran cantera de porteros y ha paseado guantes y zapatillas por las taquillas de muchos equipos de España. Su temporada fue, a fin de cuentas, uno de los termómetros del equipo. El Granada CF y Javi Varas han vivido una temporada de sinsabores y de fracaso en última instancia. Deseosos de todo en agosto, convencidos de que el premio iba a llegar durante el primer tercio de la temporada, sólido en casa y fácilmente superado lejos de Los Cármenes. Y sí, torpe y nervioso cuando menos margen había para la caída.

La historia del meta sevillano este año ha sido la de un hombre de vestuario, de los que hacen piña y lideran con naturalidad un vestuario exigido y auto exigente. La historia de un portero con dos caras. Una AO (Antes de Oviedo) y otra posterior, DO. Le costó arrancar, hacerse dueño y señor de una zaga por la que pasaron hasta cinco centrales en los primeros compases de temporada. La llegada de Chico Flores fue un regalo para el sevillano, que acogía al gaditano en el seno de un vestuario de por sí andaluz y veterano. Aunque el equipo no sumara fuera, Varas no recibía demasiadas críticas por los tantos encajados, pues en pocos pudo hacer algo más. En casa, la cara era bien distinta. Un equipo con autoridad suficiente para mantener a raya los ataques rivales y, si salían derrotados de algún duelo, Varas aparecía con solvencia. La falta de resultados fuera fue desdibujando al equipo y lastrando su juego hasta el punto de perder la calma y la autoridad en el Nuevo Los Cármenes. Así se llegó a Oviedo. Aquella tarde todo iba bastante bien. La primera parte no había sido un decálogo de buen juego, pero estaban conteniendo al Oviedo y además el Granada se adelantó. Era difícil pensar que Varas y el Granada iban a caer al sótano más oscuro. La cesión de Chico era difícil de empeorar, pero Varas tenía la situación controlada. Un resbalón, quizá un exceso de confianza y empezó la debacle. El sevillano no atajó el balón y regaló el primer tanto, el del empate justo antes del descanso. El Granada no se sobrepuso y, además, encajó el segundo de nuevo con un Varas errático. Eran cosas del fútbol, podían suceder y no había que hacer leña del árbol caído. Sin embargo, el resbalón en Oviedo acabó con Oltra destituido y el vestuario muy contrariado. Lo demás es historia. Varas no cuajó demasiadas buenas tardes, tampoco sumó muchos fallos con Morilla o Portugal, pero estaba claro que el debate entre él o Rui Silva existía. Contra el Nástic y la Cultural se le exigió que pudo hacer más en los tantos. Finalmente, en dos de los partidos más trascendentales Huesca y Gijón -sobre todo el del Alcoraz- Varas fue sentado por el empuje del portugués.

Javi Varas ha jugado un total de 38 encuentros, dejando la portería a cero en 11 partidos y recibiendo 44 tantos en contra.

NOTA: 6,5

RUI SILVA: «El portero silente se destapa como opción real»

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El portugués puede ser titular. Lo pudo ser este año -lo acabo siendo de hecho- y quién sabe si el próximo entrenador que coja las riendas del Granada confía más en Silva que en Varas o el portero que acabe recalando en el club rojiblanco. Rui Silva ha sido un desconocido para propios y extraños y, quizá por ello, sorpresa positiva con ciertos fallos imposibles de obviar. Son muchos los que hablan del luso como un portero demasiado callado, falto de seguridad y confianza, no en el juego sino en la comunicación con sus compañeros. Quizá sea eso lo que ha postergado sus titularidades en liga. Porque sí, en Copa debutó y dio refresco a Varas, pero parecía poco probable verle parar en la competición más regular. Los entrenamientos dejaban a Rui Silva como un peligro real para su compañero sevillano, pero los galones pesaban y además Varas no estaba cuajando para nada una mala temporada. Una ausencia por motivos de índole personal del ex portero de Las Palmas dejó a Rui Silva el camino libre para debutar en Liga. Fue en Vallecas y el más destacado del equipo fue el portero rojiblanco. El portugués acumuló intervenciones de mérito para encumbrarse en una exhibición individual hasta que recibió un gol inapelable en el último suspiro. la gente ya empezó a hablar de Rui Silva, más aún cuando ocurrió lo el accidente de Oviedo.

Morilla llegó con la intención de agitar el cuadro rojiblanco y meter de nuevo a todos los jugadores en la rueda competitiva, por lo que Silva sonó como titular para esta nueva etapa de la temporada. Pero no. Varas continúo siendo el meta de confianza para el equipo técnico y Silva asumió la suplencia con el silencio que lo caracteriza. Varios pinchazos más tarde, y en la última jugada de Morilla, Rui Silva fue titular ante el recién ascendido Huesca. El Granada mantenía aún las opciones y la aparición del portugués en el once sorprendió. No estuvo a la altura del reto y dejó en nada el 0-1 de Ramos con una mala salida en un balón aéreo. Luego se mostró algo más relajado, pero el fallo era lo suficientemente grande como para ponerse en la picota. La llegada de Portugal devolvió a la portería a Varas, que seguía arrastrando ciertos problemas de seguridad a la hora de jugar, más aún cuando la afición dio la espalda al equipo. Así pues, los dos últimos encuentros, uno de ellos una final en Gijón, los ha jugado Rui Silva. Inseguro en Gijón, donde recibió un primer gol muy criticable por la falta de contundencia del portugués, si bien es cierto que en la segunda parte hizo paradas de mérito. Ante el Cádiz, y para cerrar la temporada, Silva dejó uno de sus mejores encuentros. Seguro por arriba, atento en los balones largos de los cadistas y con luces y sombras en el juego con los pies. Un sabor de boca bastante bueno para reivindicarse de cara a la siguiente temporada. El portero silente ha hablado en el campo y quiere continuar sumando minutos en el Granada.

Silva ha jugado 4 partidos en La Liga 123 y uno en Copa. Ha recibido nueve goles (tres en el partido copero) y no ha conseguido dejar la meta a cero.

Nota: 6

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