El técnico gallego afronta su tercera temporada consecutiva en la categoría de plata tras pasar por el filial sevillista y Osasuna. El principal lunar del joven entrenador en Pamplona fue la crisis de resultados que sufrió el conjunto navarro en El Sadar. Osasuna fue el 14º local de Segunda División durante la temporada 17/18

El gallego afincado en Granada durante gran parte de su juventud vuelve a dirigir a un conjunto de la Liga 1|2|3 tras las experiencias en Sevilla y Pamplona con el filial hispalense y Club Atlético Osasuna, respectivamente. Diego Martínez se ha caracterizado por ser un preparador que imprime dosis notables de competividad en sus planteles futbolísticos, una virtud que ha quedado demostrada en la capacidad foránea de las escuadras de Martínez cuando se visten de visitantes en cualquier estadio de la categoría. El principal handicap del Granada durante la temporada anterior pese a tener tres líderes diferentes en el banquillo aunque ninguno pudo solucionar un mal endémico, que viene de lejos. Los granadinistas hubiesen descendido a 2ªB si se hubiesen contabilizado, exclusivamente, los números como visitante (15 puntos). Una situación totalmente opuesta vivida por Diego y sus pupilos osasunistas, que fueron el segundo mejor bloque fuera de casa (31 puntos) tras el Rayo Vallecano. Números de ascenso.

Si existe una barrera competitiva sin romper por el entrenador más joven de la división de plata, esa es la condición de local. Hasta el momento, el nuevo míster nazarí no ha conseguido que sus escuadras aprovechen sus propias instalaciones para hacerse fuertes desde casa, sobre todo en su etapa sentando en el banquillo de El Sadar. Si algo ha caracterizado al mítico feudo navarro, siempre fue la inexpugnabilidad de un fortín que presenció como los equipos más importantes del balompié español hincaban la rodilla, año tras año, sobre el césped pamplonica. Una plaza que vivió noches europeas. El principal pilar de las continuas salvaciones rojillas.

Igual que ocurrió con la vitola de visitante pero con los bandos cambiados, los números del Granada en el Nuevo Los Cármenes fueron casi impecables tras sumar 46 puntos de 63 posibles en territorio granadino, una estadística que bien pudo valer una plaza en el playoff de ascenso si los marcadores lejos de la Alhambra hubiesen sido levemente mejorados. Las sensaciones de Martínez cuando se asomaba por el área técnica del campo rojillo eran totalmente opuestas a las de Oltra, Portugal e incluso Morilla bajo la exigencia de sus gradas. Los pamploneses sumaron 33 unidades de los 63 puntos disputados en territorio osasunista. El técnico gallego se quedo a un sólo punto de clasificarse para la zona de promoción y a once del ascenso directo, una participación que hubiese estado prácticamente garantizada si se hubiese cumplido la tónica que acostumbra Club Atlético Osasuna ante su fiel hinchada. Los chicos de Martínez sufrieron nueve empates y cuatro derrotas en el feudo rojillo, uno de esos empates tuvo como protagonista al Granada, que alcanzó el liderato antes de la trágica derrota por el inédito Sevilla Atlético en el Nuevo Los Cármenes comandado por Pozo y Fede San Emeterio, principales actores de aquel choque.

El Sevilla Atlético también fue dirigido por el entrenador nacido en Vigo en la segunda competición liguera más importante del fútbol español. El conjunto hispalense fue llevado en volandas a la categoría de plata gracias a la mano táctica de Diego Martínez, que garantizó la permanencia posteriormente con un juego alabado y reconocido dentro de la Liga 1|2|3. Los números como local en tierras sevillanas no fueron malos aunque los objetivos eran totalmente diferente a los establecidos en clubes históricos como Osasuna y Granada. El vigués consiguió 36 puntos a orillas del Guadalquivir, que le valieron con un equilibrado saldo de anotaciones lejos de casa para garantizar la salvación de forma, ligeramente, holgada.

El reto de repetir las magníficas actuaciones del club granadinista en el Nuevo Los Cármenes durante las dos últimas experiencias en Segunda División, tanto el año del ascenso con Fabri como el reciente curso que acabó convulso, deja el listón bastante alto en una clasificación cargada de clubes históricos y el inquietante runrún de una hinchada granadinista cansada de remar contra viento y marea. Una hazaña obligada, complicada aunque «ilusionante» como siempre ha confesado Diego Martínez en sus apariciones públicas. La última función deja el recuerdo imborrable de la exhibición de Machís frente al Cádiz. Llega el turno del incómodo Club Deportivo Lugo.

Foto: Granada Club de Fútbol