No son los mejores tiempos para el granadinismo, agotado de escuchar falsas pretensiones alejadas de la realidad actual del club rojiblanco. El Granada Club de Fútbol vuelve a afrontar un partido en el Nuevo Los Cármenes con el hartazgo de su propia afición, cansada de ver como le venden humo día tras día sin parecer que cambie nada e incluso presenciar como las futuras e hipotéticas dinámicas representan indicios de empeoramiento. El abonado que no ha fallado a su equipo tras dos años de promesas innecesarias, sigue perplejo tras presenciar como su escudo, la institución a la que sigue año tras año, queda ausente en el tramo más relevante del mercado de fichajes. Un tropiezo de magnitud porque el Granada tenía necesidades mayúsculas en algunas zonas del terreno de juego, no eran producto de un capricho de final de mercado. Necesidades que tenía y ahora acentúa porque no se han satisfecho. Una de las premisas principales de la economía es la siguiente: «Satisfacer las necesidades». Una consigna que no se ha cubierto en Granada y que deja en mal lugar a los responsables.

Hope, que significa «esperanza» en inglés, entre otros sinónimos, no ha dado muestras de darle sentido a la palabra anglosajona utilizada por Jiang para bautizar su entramado empresarial deportivo que conecta a cuatro escuadras de cuatro naciones diferentes.  La realidad, actualmente, no es lo bien que funcionan las estructuras y los conglomerados de Jiang, la verdad es totalmente la contraria. Una idea muy bonita sobre la teoría pero que hace aguas en la práctica. El granadinista ha dado la bienvenida a septiembre bajo la incredulidad y la desazón de ver como su club está más cerca de realizar una campaña decepcionante que ilusionante. Los que vendieron Hope como la solución a todos los males, han vuelto a darse de bruces contra el día a día porque Hope no encontró nuevas medidas de financiación para superar las restricciones económicas de La Liga y configurar una plantilla plenamente competitiva. No ha llegado ni el patrocinador oficial en una categoría donde encontrar una mínima inyección de liquidez es parte del botiquín de supervivencia. El sponsor principal llegará pero el hecho es bastante grave porque ya será tarde. Los desayunos informativos son situaciones de galería si las funciones importantes siguen dejando mucho que desear.

El objetivo desde la llegada de Pozo, que bien pudo valer tres puntos frente al CD Lugo tras no ser inscrito, pasaba por conseguir la desvinculación de dos pesos de la plantilla como Raúl Baena y Javi Varas. El sevillano seguirá negociando y el malagueño se marchó, como cedido, a Melbourne durante las últimas horas del plazo de traspasos. Los deberes se intentaron durante todo el verano aunque finalmente pareció que se dejaron las tareas imprescindibles para el último día, un error que ha demostrado ser garrafal. El Granada no tuvo margen financiero ni temporal para explorar alguna opción remota que reforzase el plantel andaluz. Bueno, si lo pensamos bien esto no me parece tan malo porque hemos evitado incorporaciones de última hora como la de Licá, Koné, Hjulsager o muchos más, que servían exclusivamente para taponar la llegada de canteranos al primer equipo, una situación que si veremos esta campaña. Menos mal que hemos avanzado en algún punto.

El caramelo envenenado que ha recibido Diego Martínez y la plantilla es de dificultad considerable. Cuerpo técnico y jugadores conocen la obligación de conseguir la salvación y a partir de ahí aspirar a cotas mayores. El problema es que con la salvación no vale porque el Granada sigue siendo uno de los proyectos más potentes de la categoría pese a las lagunas infundadas desde la directiva nazarí. La afición está obligada a ser ese cuarto central que siga manteniendo firme a un bloque sin fisuras, gran trabajo de Diego, la que motive a sus jugadores para generar ocasiones como si fuese ese mediocentro creativo que ansiaba este equipo desde hace más de un año y la que se encargue de hacer el primer gol en cada choque dentro del Nuevo Los Cármenes y algunos desplazamientos asequibles cuando la grada se moviliza notablemente. Entrenador y futbolistas merecen lo mejor de cada asistente que acuda al estadio porque ellos no tienen la culpa de lo sucedido, este año hay menos abonados aunque mayor cantidad no significa tener una mayor calidad en la hinchada. El duro camino se superará con el incondicional apoyo, la hoja de ruta quedó evidente frente al Lugo con aplausos y cánticos de ánimo durante los dos momentos más complicados del encuentro; el gol del empate y el silbido final.

La tarea de la hinchada queda definida, lo siguiente será que todo el mundo rojiblanco deposite todas sus esperanzas, que no la palabra empresarial Hope, en la ausencia de sanciones y lesiones de seria importancia hasta el comienzo de 2019. El próximo mes de enero será la primera parada vital para aprovechar la parada de avituallamiento que otorga el periodo invernal aunque la credibilidad esté por los suelos en la tercera jornada de campeonato. Ahora más que nunca es el momento del verdadero Granada.

Foto: La Liga