

Empate del Granada en La Cerámica en un partido de locura para volver a debutar en la Liga Santander
Un empate sacó el Granada de su visita al Villareal en un partido que se volvió completamente loco. Tremendo esfuerzo nazarí para remontar hasta cuatro goles en diferentes fases del partido, con una actuación coral impecable para mostrar al mundo que este equipo ha llegado para quedarse.
Con ganas de volver a dar guerra se presentaba el Granada en el Estadio de la Cerámica, que aguardaba impaciente el comienzo de un nuevo curso. El balón ya pedía pista para rodar y así lo hizo en Castellón. Con la misma identidad con la que abandonó la categoría de plata, los hombres de Diego Martínez llegaron a Primera como un torbellino, asfixiando a todo un Villareal en su casa. Excelso el arranque nazarí que amenazó los dominios del ex-rojiblanco Andrés Fernández hasta en tres ocasiones. Y es que, pese a ser el debut, el Granada cuenta con jugadores con experiencia en la categoría, como Soldado o Vadillo. Precisamente este último fue el mayor quebradero de cabeza para la defensa ‘grogueta’, haciendo las delicias de los espectadores con un recital que estuvo cerca de tener final feliz en un par de ocasiones.
Con el paso del tiempo, el Villareal pudo crecer comandado por un Santi Cazorla que, al igual que el buen vino, mejora con los años. Aun así, Rui Silva continuó muy tranquilo, gracias en parte a la eficacia de su defensa, que no cometió muchos errores, aunque sí uno de extrema gravedad. Pasada la media hora de juego y tras una anticipación del submarino amarillo en el centro del campo, Moi Gómez indujo el fallo de Duarte, que cometió un claro penalti que Cazorla convirtió en el 1-0; aunque ya sabemos que los ‘soldados de Diego’ no se rinden tan fácil y luchan hasta el final. Tanto es así que al límite de la prolongación, el comandante de la artillería granadina Roberto Soldado pisó área buscando un balón que salía de la bota de Montoro, provocando el penalti de Albiol. Fue Fede Vico el encargado de poner las tablas con un gran lanzamiento desde los once metros.
Locura en el segundo acto
Granada y Villareal comparecieron en el segundo tiempo habida cuenta de lo que debían hacer para derrotar a su rival. Fueron los amarillos los que salieron más enchufados, y buena prueba de ello fue el gol que Moi Gómez anotó en el 52′ tras un buen pase atrás de Quintillà. En esas entró Machís, para revolverlo todo como el tornado que es, y a partir de ahí, llegó la locura; y bendita locura. Fue el mismo atacante venezolano quien tras un buen centro por la derecha, empujó a gol el 2-2. Sin embargo, la pegada del Villareal volvió a tumbar al Granada, y Gerard Moreno primero y Samu Chukwueze ampliaron en dos goles la renta: 4-2. Pero no, este equipo nunca se rinde, y volvió a resurgir una vez más de sus cenizas en una reacción antológica que ya es historia de LaLiga.
Se suele decir aquello de que ‘los viejos rockeros nunca mueren’, por eso apareció Soldado, que no sabemos si le va lo de tocar la guitarra, pero que lo de marcar goles se le da bastante bien. Restaban quince minutos cuando se elevó, como metáfora de lo que haría su equipo un rato más tarde, para rematar el 4-3 en el primer palo. Sí se podía, claro que se podía. A veces la suerte está de tu lado, puede ser que influyera, aunque lo de este Granada es ‘Eterna Lucha’, esa que se señaló Antonio Puertas tras remachar un balón pasado que Soldado volvió a meter en el área pequeña. No está mal lo suyo; eso de anotar en todas las categorías desde lo que hoy es División de Honor hasta Primera.
En cualquier equipo, esa remontada supondría el éxtasis total, pero Diego Martínez no quiso esperar ni a que la pelota saliera de la portería de Andrés para desgañitarse pidiendo cabeza. No deja ni un segundo de respiro este Diego, y qué suerte la nuestra. Fruto de esa intensidad, la machada estuvo a punto de consumarse, y es que dos centímetros separaron al Granada de completar una de las remontadas más heroicas de la historia de la Liga. Como si de un cuento épico se tratara, Montoro recogió la pelota en tres cuartos y la acarició con destino Adrián Ramos, que la alojó al fondo de la portería con una precisión milimétrica. Lástima no haber tenido el tiralíneas para medir su posición antes del pase: fuera de juego y el gol no subió.
Así murió el partido, con un Villareal que dio por bueno el empate, y un Granada que demostró que va a dar guerra sin importar el escudo que tenga enfrente. Locura, ‘Eterna Lucha’ y seriedad, la receta para una ilusionante temporada.