Foto: Ana Miñón Rada.


Supongo que es fácil ponerse a escribir esto después de que Diego Martínez, el mejor entrenador de la historia del Granada, haya conseguido clasificar a este equipo entre los dieciséis mejores equipos de la segunda competición más importante a nivel europeo, eliminando dicho sea de paso, a uno de los grandes e históricos de Italia. Fácil es, no nos vamos a engañar, pero lo cierto es que esto lo podría haber dicho el domingo tras perder en Huesca. Si lo digo ahora es porque estoy inspirado.

Diego Martínez Penas, natural de Vigo es y será para siempre el mejor entrenador de la historia del Granada CF. Lo es por muchos motivos: por lograr el ascenso, por quedarse a cinco minutos de una final de Copa del Rey, por clasificar al decimoctavo presupuesto de LaLiga a Europa League; por dominar su grupo hasta la última jornada y, cómo no, por eliminar a un coloso del Calcio italiano, al Nápoles del otro Diego, Maradona.

Sobresale el bueno de Diego en todas las comparaciones porque ha logrado calar en el corazón de aficionados rojiblancos y aficionados al fútbol, exprimiendo al máximo una máquina cuyo rendimiento no hubiera esperado ni el más optimista. Diego es un padre para todos nosotros. Es quien nos deja saborear las victorias y nos arropa y nos tranquiliza en las derrotas, el que nos ha dado tantísimas alegrías y al que tantísimo le debemos. Y seguramente él también nos deba a nosotros, pero eso es otro tema.

Por todo lo anterior, Diego Martínez es el mejor entrenador de la historia de este club, pero lo será también por los siglos de los siglos porque su mayor logro no es tangible. Y es que el Chamán ha logrado dotar al Granada de una identidad que hace tiempo no tenía; darle sentido a eso de la ‘Eterna Lucha’, que en los últimos años sólo podía aplicarse a la desolada afición que año tras año veía a su equipo coquetear más y más con el descenso hasta que cayó en la tentación (y en el pozo). Para que nos entendamos, en Los Cármenes ahora hay un manual de estilo, como cuando una empresa necesita un anuncio y se pone en manos de una agencia publicitaria. «Haz lo que quieras, pero respeta esto, esto y esto». Da igual que te guste el juego de posición, el contragolpe o jugar a la petanca, pero no podemos perder nunca nuestra capacidad de sufrimiento y resiliencia porque a esfuerzo no nos gana nadie.

Y admito que hablo cegado por la admiración hacia quien se ha convertido en un ejemplo profesional, pero para este que aquí teclea estos versos, ni un sextete de otro míster cambiaría este punto de vista; Diego Martínez es el Granada, y en cierto modo, el Granada también es Diego Martínez.

Del efecto que ha causado entre la afición (sobre todo la más joven) ya hablaremos cuando se marche – ojalá muy tarde -.